Paratext #42 por Antonio Gagliano
Paratext #42
26 de febrero 2020
Por Antonio Gagliano
Con:
Sol Prado (Estancia larga)
Nuria Inés (Beca de intercambio entre la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires y Hangar)
Helena Vinent (Estancia larga)
Asistimos al Paratext #42 envueltos en semanas extrañas. Durante muchos días, un golpe rítmico dibuja anillos en la superficie de los vasos de agua y libera el polvo de las paredes de Hangar. Quienes merodeamos la zona sabemos que la autoría del pum-pum pertenece a obreros del parking vecino que manipulan la tuneladora como una caja de truenos. Sabemos también del avance de un frente pandémico y hablamos de eso todo el tiempo, en todos lados, pero en lo personal la sensación aún es de distancia. Durante esos días aún creemos que, en el fondo, nada de esto nos va a afectar.
Una película por hacerse
Parte de la presentación de Sol Prado (Buenos Aires, 1985) consistió en compartir materiales en bruto de lo que será su próxima película. Su trabajo en una empresa textil le permite viajar a China varias veces al año y así ha ido recogiendo vídeos con el móvil para retratar una ciudad bastante gris, dedicada enteramente al bordado de lentejuelas y de hilo plano. En el elenco productivo de esta zona del país, cada centro urbano tiene asignado un papel muy específico y las ciudades se planifican en función de unas pocas tareas. La mayoría de las tiendas venden cosas relacionadas con la vida en la fábrica y no hay trazas de placer en las infraestructuras. Entre la población tampoco hay niños ni ancianos, que se mantienen apartados en la temporalidad lenta de los entornos rurales.
Los vídeos están hechos sin permiso porque conseguirlo implicaría un enredo gubernamental desgastante. Son capturas cortas que se van entrelazando con las imágenes inmateriales, flotantes, del relato de Sol, y muestran, por ejemplo, la fachada de una fábrica de electricidad emplazada al lado de un templo. O la coreografía de descarga de mercaderías de un contenedor. O una mujer corrigiendo a mano aquello que la máquina no supo bordar bien mientras sus colegas toquetean la tela descubriendo nuevos fallos y protuberancias, clavando marcas en todo lo que luego deberá ser remendado.
Durante la presentación, Sol se pregunta acerca de la hiperproductividad asociada a la salud mental. Comenta que se patologiza más fácil la tristeza y que un diagnóstico termina de consolidarse únicamente cuando se lesiona el rendimiento laboral. ¿Qué pasa cuando una patología no tiene apariencia de enfermedad? Esta película, aún por hacerse, podría abordar lo que ocurre cuando la aceleración deja de parecernos sospechosa.
Los santos paganos dan salud
Nuria Inés (Barcelona, 1987) propuso un bingo. El relato de su estadía en Buenos Aires y el noroeste argentino se organizó así por capítulos asociados a una serie de números sorteados al azar. El número 14, por ejemplo, glosaba una serie de datos aleatorios sobre la Avenida Pueyrredón, el número 17 reconstruía el regocijo del churro de estrella más crujiente de Sudamérica y el número 22 contenía “el dibujo de tu vida”. No obstante, apenas comenzar la presentación, Núria deslizó que había preparado el mecanismo para que salieran elegidos los episodios que realmente tenían sentido para ella.
Durante la presentación, los trozos de historias comenzaron a acumular una galería de santos paganos a los que la gente recurre por anhelos vitales sin resolver o problemas de salud. Apareció pronto El Gauchito Gil, un bandolero al que acabaron degollando por desertar de la guerra del Paraguay y que salvó, recomendando el rezo, la vida del hijo enfermo de su verdugo. Visitando la Parroquia Nuestra Señora de Montserrat en Buenos Aires apareció una escultura de la virgen negra, la Moreneta, con la piel completamente blanca. La artista preguntó entonces a la mujer que limpiaba los santos en la iglesia, quien no supo decirle cómo es que había terminado ocurriendo una impudicia semejante. Apareció también la Difunta Correa, fallecida por sed y cansancio bajo un algarrobo en la provincia de San Juan. Cuenta la leyenda que su bebé sobrevivió durante días amamantándose de sus pechos muertos.
Núria cerró explicando que para conseguir la intimidad requerida por su proyecto tuvo que reproducir lo que hacían las videntes y pitonisas con las que tropezaba en sus paseos por la ciudad. Comenzó a tirar el tarot a otras personas que también paseaban y a hacerles un retrato a cambio de que le contasen verdades sobre su vida. De esos hilos de voces surgieron frases rotundas impresas en camisetas y recuerdos cobijados en un abanico de fanzines para compartir.
Rumorología y anticipación
Con imágenes en movimiento embebidas en azul y una banda de sonido hipnótica creada por Astroonom, Helena Vinent (Barcelona, 1988) proyectó una película a tres canales cuyo inicio era el derrumbe literal de un mundo. Entre los edificios desplomados, una voz hilvanaba la historia de un futuro cercano en donde la llegada de un virus afectaría a la población mundial “provocando malformaciones físicas y sensoriales increíbles, generando una nueva sociedad, totalmente diversa, con personas como a las que hoy en día se les asigna la etiqueta de discapacitadas”.
Quienes vimos la película y posteriormente introdujimos en el buzón rojo nuestro formulario, participamos de un ritual de iniciación para sumarnos en secreto a una red de distribución de contenidos por correo postal. Los 2500 pendrives, entregados puerta por puerta, almacenan rumorología sobre esta ficción pandémica pero, más importante, comparten herramientas para convertir el virus en una rendija histórica de oportunidad. “El pendrive Protocol6 funciona como un sistema de interconexión oculto que debe de darse exclusivamente fuera de Internet para no dejar huella digital”. En la fabulación de Helena, el monitoreo masivo y la trazabilidad de las personas bajo argumentos sanitarios es un problema que debemos evitar. ¿Hasta dónde puede una enfermedad sincronizar emocionalmente a las poblaciones? La fabulación parece interrogar también un escenario en donde la muerte cataliza aprendizajes somáticos largamente postergados y produce temblores en la organización social.
Si el ritual de febrero en Ricson fue el único realizado hasta el momento, es porque todo lo ocurrido luego impidió que el proyecto pudiera continuar. En este sentido, se trata también de una película pendiente de ser completada y de un despliegue de fe en la materialidad elástica del espacio y el tiempo. Si veníamos escuchando su avance rítmico, el Paratext #42 nos regaló el futuro justo antes que cubriera la ciudad.
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