Paratext #41 per Nancy Garín

Paratext #41
19 de gener de 2020
Per Nancy Garín

Amb:
Lucía Egaña (beca d’investigació artística Fundación Banco Sabadell – Hangar)
Alán Carrasco (beca d’intercanvi entre Hangar i la Casa de Velázquez)

 

Pensar en construir relatos y pensamiento desde otros marcos resulta una tarea muy necesaria en el actual estado de las cosas. Necesaria pero titánica frente a la resistencia absoluta de los espacios donde supuestamente se está produciendo saber.

Porque significa desmontar más de tres siglos de centralidad occidental de la mano de la modernidad/colonialidad revestido por los discursos de la Ilustración, y con ella el aura de verdad de las ciencias en toda su amplitud.

Una legitimidad que ha sido la cobertura siniestra de expoliación, masacres y destrucción durante siglos. Y que ha sido la maquinaria más poderosa para borrar la memoria de cientos de siglos de historia y de vidas.

Pienso en mis propias experiencias sobre las “metodologías” y el constante dolor de cabeza que me ha costado intentar encajar en las dinámicas de la academia y de los formatos rígidos de cómo se elaboran las investigaciones, y el campo de las ideas. En campos como el  arte esto es inquietante, pues esa normatización va produciendo el despojo de la potencia creadora, la posibilidad de imaginar,  de desbordar; para someterlo al corsé de la “rigurosidad científica”.

Es desde allí que los trabajos presentados por Lucía Egaña y Alan Carrasco logran dar una pequeña traza de otras posibles rutas. Buscan generar líneas en común y disputar las narraciones generadas desde lecturas hegemónicas.

En ambos proyectos la falta de resultados finales son parte de la respuesta que sus autores han dado a la normalización regida por el campo de la investigación formal y académica. Plantean otros tiempos, otros ritmos, otras maneras posibles de dar respuesta.

Escuchar a Lucía Egaña explicar de manera tan completa y energizante el proceso de su investigación me hizo mucho sentido.

Su proyecto, ganador de la beca de investigación de investigación artística Fundació Banc Sabadell y Hangar, lleva un título curioso e inspirador para quienes hemos sufrido la inquisidora mirada de la pedagogía normativa y la academia disciplinar: Metodologías Subnormales: manual de prácticas para investigadoras desadaptadas”.

El trabajo nace de su experiencia viva de enfrentar una tesis doctoral, con toda la mecánica que eso determina en la producción de conocimiento. Su trabajo va transitando por diferentes propuestas metodológicas que se sitúan como “desadaptadas” en cuanto a una “auto concepción identitaria”, según Egaña.

Ha trabajado sus recorridos por diferentes metodologías desde tres ejes: investigación encarnada, conjuro y error, de forma tan orgánica que se materializan en una especie de talismán (pulsera) que elaboró al comenzar el proyecto. El conjuro está en la propia acción de llevar pulsera con el título del proyecto. Y finalmente el error en la incongruencia que se lee en las palabras de la pulsera.

La idea de la investigación encarnada nace de propuestas desarrolladas por pensadoras décadas atrás que generaron formas de resistencia a los parámetros hegemónicos de cómo elaborar pensamiento. Ejemplos encontrados en textos como “Esta Puente, Mi espalda” de Cherríe Moraga y Ana Castillo a finales de los setenta y principios de los ochenta, o el ya muy conocido “conocimiento situado” de Donna Haraway, han abierto el camino para investigaciones disidentes que hoy parecen más recorridas, pero que en su momento fueron verdaderos retos.

Son propuestas originales que pretenden rechazar las maneras en que la investigación científica ha validado formas y procedimientos, y ha producido verdad y conocimiento. Por eso, esta investigación no se plantea como la búsqueda de un resultado esperado, ni como la confirmación de hipótesis alguna.

Lo encarnado resuena desde las propuestas de las cinco co-investigadoras invitadas por Egaña a participar: Gelen Jeleton, Vale Flores, María Ptqk, Jorge Díaz y Jara Rocha.

La invitación a trabajar de manera colectiva ha sido pensada desde temporalidades particulares, que disputan los tiempos de la investigación formal. Así, cada participante pudo trabajar con la temporalidad que le fuera necesaria, y desarrollar formatos propios. También se contó con algún tipo de activación pública para abrir los procesos realizados a otras personas.

Cada proyecto tocó alguna de las interrogantes y posibilidades sobre cómo producir metodologías disidentes. Desde la propia escritura como gesto de conocimiento, pasando por la conversación, la potencia de la intuición, los referentes con los cuales se trabaja, los formatos que encarnen las búsquedas personales y colectivas y los procedimientos que en sí son conocimiento y saber, buscan validación propia.

A esto se sumó una especie de cartografía/mapa de una posible anatomía que una investigadora desadaptada podría llegar a tener. Una anatomía compuesta por las características propias de dicha investigadora, las maneras de trabajar y el contexto de trabajo en el cual transita.

El trabajo de Lucía Egaña ha seguido su curso sin margen de tiempo y espacio determinado desde un afuera.

Su trabajo dialoga con los marcos que yo misma he desarrollado en mis prácticas, intentando por un lado dar espacio a otras posibilidades metodológicas, y por el otro dar visibilidad a narraciones silenciadas y sumergidas: memorias “otras” que se levantan disputando el relato hegemónico.

La disputa de otras memorias frente a la narración hegemónica es lo que el artista Alan Carrasco viene trabajando hace ya tiempo. Su trabajo intenta rescatar las huellas visibles e invisibles que los procesos sociales y políticos de casi todo el siglo XX nos han dejado en la ciudad.

Intenta levantar y visibilizar el discurso de la resistencia frente al discurso hegemónico de la derrota pactada durante el proceso de transición posfranquista: memoria colectiva que atraviesa el siglo y que nos interpela en el presente evidenciado las fracturas aún abiertas, los silencios pactados, las narraciones borradas a punta de bayonetas y también de “acuerdos democráticos” que significaron los años de la dictadura y los procesos de resistencias al discurso hegemónico de las primeras décadas del posfranquismo.

Carrasco disputa el lugar de la narración borrada de casi medio siglo de los procesos sociales vividos en el Estado español, pero que sin embargo está en sus cotidianos, en sus calles, en sus edificios, en esos vacíos, en lo que casi no se ve, pero que está allí y nos habla, nos susurra.

El proyecto comenzará en una dirección clara, pero el devenir del propio proceso lo guiará en otra ruta, por el momento aún inacabada.

Comienza en la Casa Velázquez, institución con la cual está vinculada la beca y que resulta ser un interesante escenario por el papel relevante que este espacio tuvo en los procesos políticos y de reurbanización/organización de la ciudad de Madrid durante la guerra civil y la dictadura franquista.

Carrasco, como en muchas de sus otras investigaciones, intenta indagar sobre aquellos discursos oficializados y normalizados que han dado forma a la/s ciudad/es; en este caso Madrid en relación con la memoria de la guerra civil y el franquismo.

La lógica de la memoria oficializada y pactada ha significado convivir bajo la falta de juicio y castigo a quienes violaron sistemáticamente los DD.HH durante los largos años de dictadura. Ha significado convivir con la imagen del dictador Francisco Franco institucionalizada por un vasto sector de la sociedad y en beneplácito de otro. Y ha significado tener que vivir el día a día rodeados de la enorme cantidad de señas que en los espacios urbanos (y no urbanos), sosteniendo una verdad a medias con las huellas vivas del fascismo.

En el proceso de investigar sobre este espacio, Casa Velázquez, Alan Carrasco descubre trozos escondidos de esa otra memoria. La que se escapa de la Ley de memoria histórica, la que disputa la monumentalidad, la que es colectiva, de aquellos a quienes nos convencieron de haber sido derrotados.

A través de derivas y observación por distintos espacios que rodean la Casa Velázquez, su método se hermana con las metodologías subnormales las cuales trabaja Lucía Egaña. Estas derivas nacen de poner cuerpo, ese estar encarnada que lo lleva a este proceso. Porque esas derivas tienen algo de conjuro al traer a la vida a millones de personas, de vidas, de historias que no aparecen en los libros, ni en el relato del vencedor. Más bien aparecen como instantes, casi fantasmagóricos, pero que iluminan las sombras del olvido.

Y el error como posibilidad activadora en cada deriva, también está muy presente, al ir encontrando huellas de lo que no buscaba. Eso es lo que va sucediendo en las derivas de Carrasco, como por ejemplo cruzarse con una placa casi imperceptible al Batallón XI de las Brigadas Internacionales que disputa la narración monumentalista de los vencedores del Arco de Triunfo y del Valle de los Caídos.

Así va recogiendo evidencias de lo que se ha mantenido como huella a pesar del intento de borradura. De la memoria de esa resistencia negada, memorias colectivas, personales como las del general Kléber, que muestra la cara siniestra del poder al ser borrado no solo de la historia triunfalista del franquismo, sino también del estalinismo.

Trozos de aquella resistencia que desconocemos, pero llenos de potencia, que siguen allí a pesar de las sombras. A pesar de que en cada intento de salir a la superficie, el poder busque aniquilarlas.

En su intento por formalizar los hallazgos de su investigación en una propuesta estética concreta, se enfrentó con que las propias lógicas de “seguridad” sobre ciertos espacios de la ciudad imposibilitaron su realización. El frustrado intento no frenó el impulso, más bien lo alimento, impulsado a seguir adelante, sin plazo fijo, sin clara idea de a donde llega, pero con la idea fija de seguir mostrando quién y cómo domina el discurso de la memoria y de qué manera poder disputarlo.

Lo que nos ha dejado esa monumentalidad heredada del franquismo es la creencia de la derrota.

Y es allí donde Alan Carrasco quiere llegar levantando las evidencias de una resistencia que no se dejó vencer, como la de Madrid en plena guerra, la del Batallón XI de las Brigadas Internacionales, la del general Emilio Kléber, quien en un mensaje breve en clave morse ha resumido lo que se nos ha negado por décadas como posibilidad, y que hoy tanto nos resuena: RESISTIR!!

Y es quizás allí donde los trabajos de metodologías desadaptadas y monstruosas que plantea Lucía Egaña también se unen a este grito frente a la norma y despojo de saberes y conocimiento:

¡¡SEGUID RESISTIENDO!!

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