Paratext #37 por Marzia Matarese

Paratext #37
24 de julio, 2019
Por Marzia Matarese

Jeanine Verloop (Beca de intercambio Summer Sessions 2019)
Julia Spínola (Residencia internacional)
Lara Fluxà (Residencia de estancia larga)
Sandrine Deumier (Beca de intercambio Casa de Velázquez – Hangar)

El último Paratext antes de la pausa de verano, el último acto antes de las Polivalentes y la deriva veraniega. Nos concentramos nuevamente en la Ricson, nuestro cubo negro que a luz apagada se convierte en espacio de posibilidad, donde se dan paso muchos lugares en uno, un teseracto1 de experimentaciones viscerales y “raritas”. La que en alguna ocasión se ha apodado con cariño “la dark-room más grande del sur de Europa”.

A luces apagadas se pueden entrever distintos set-ups en penumbra distribuidos por el espacio. Esta vez parece que vamos a asistir al encuentro entre los supervivientes de una civilización al colapso, a la deriva, en proceso de desintegración y de caída vertical. Así como de sus formas de resistencia: a través de la memoria recuperada y de la mirada ajena, de la subversión del fragmento, del amor en tiempos de devastación ecológica, de la fuerza frágil y cortante del contacto, del sacrificio de lo corporal…

Se enciende un foco, asistimos a una primera materialización en el sector oeste de este multiverso.

Primer contacto – Jeanine Verloop (residencia de intercambio entre Hangar y V2_Lab)

Un exoesqueleto de aspecto brillante y transparente espera quieto, apoyado sobre una mesa, quizás una remota activación. Dedos frágiles de tacto rápido se mantienen inmuebles en posición retraída e incierta. Una voz resuena desde el altavoz de un interfono:

Imagine that you have never seen a human being before.

La perspectiva alienígena se infiltra entre las presentes, nos calza suavemente sus prismas de color azulado.

– Their devices look all the same. Shouldn’t there be more imagination surrounding them?

Un láser corta un aparato de escritura. Ojos láser perfilan unas manos grises que se aproximan a un cuerpo (de apariencia humana) y lo reconstruyen. Las manos hesitan, intentan seguir los diseños confusos: archivos desencriptados por arqueólogos del futuro, recopilados en discos duros de metacrilato transparente.

A su lado, cúmulos de prototipos se amontonan. Son tantos que podrían llenar un hangar entero: lo que queda de un proceso de re-diseño de una anatomía parcialmente registrada; renderings incompletos refinados con sueños alienígenos.

Each arm has an independent motor. They have to organize and coordinate.

Un asamblea de brazos, un concilio de intenciones y deseos recuperados.

Technological progress incentivate the psycosis around the authonomy of it from your body.

Una imagen holográfica se proyecta a pocos metros de la mesa operatoria: un joven Gutenberg de espaldas ensambla en la semi sombra una ouija de tipos móviles en el tentativo de conversar con dios. En el suelo, bocetos realizados por máquinas anteriores recreando abstact paintings, aproximaciones a fondos recuperados.

Cae nuevamente la oscuridad, salto de pantalla.

Segundo contacto – Júlia Spínola (residencia nacional e internacional en la caseta)

Un flujo de luz inunda a medias una hoja blanca. FRAGMENTOS se agrupan alrededor de una asamblea de voces. Idea del rojo. ¿Cómo se forman las ideas? ¿Los fragmentos piensan? MULTITUD. Detalles ocupan al mismo tiempo la mancha. No hay modelos de representación para la experiencia de visualización. Una memoria externa que captura y borra secuencias de objetos está a la escucha. Una voz declara:

la posibilidad de borrar permite ver todos los objetos en todas sus partes.

En la memoria se producen errores de visualización. Cuerpos y sombras se apretujan en una toma compulsiva de imágenes hasta desintegrarse de manera compleja y obtusa. Nuevamente, una voz emerge:

– lo OBVIO ARTIFICIAL es difícil de ver, soy huesuda y densa; veo lo que espero. ¡Hay que aprender a observar sin escrúpulos!

Se abre el debate. Tecnologías de la mirada: phármakon, color, droga, escritura… Un pensamiento se impone, repentino, interfiriendo en la batalla dialéctica:

¡no parpadees!

Entrenar la longitud de apariencia: VISIÓN FLASH. Engrasar la interacción entre los objetos, la luz y el aparato visual. Un sol falso se encandila y provoca una evolución de las formas de manera incontrolable. La velocidad solar genera METÁSTASIS VISUALES. Los bulbos oculares se entretienen a la espera de captar una variación, una señal que confirme que la imagen sigue viva, que exista en su duración y durabilidad, que no desaparezca en un flash del cual no conservamos memoria.

El espacio se contrae y se despliega en una barra de herramientas: tecnologías de descomposición visual. Otro FLASH de luz, todo desvanece. Pantalla en negro, espera, miedo.

Otra vez vuelven a operar las manos, ahora como tenaces obreras de la imagen. En su proceso de producción rompen, ensucian, acumulan, amasan los restos. Hacen y deshacen. Borran, se equivocan, tiran las escorias de este proceso en el cúmulo de residuos que sigue acumulándose en el hangar.

FLASH. La imagen intenta rebelarse, se resiste a la manipulación forzosa, hace huelga de hambre, se congela. La herramienta fiel vuelve a ponerla en la mesa de operaciones. La disecciona hasta que, en un acto de última resistencia, las moléculas de la imagen reaccionan generando una nueva metástasis.

No me preocupa lo que soy.

Dice ella. Y en un último acto de revancha:

Ya que no tengo que decidir quien soy.

Fundido a negro.

Tercer contacto – Lara Fluxà (residencia de larga duración)

Nuevamente una voz, esta vez prestada por un amigo. Un fuego tozudo la acompaña, nos acompaña, se deja rodear. Nos dice:

Hay que ensuciarse las manos.

Manos expertas plasman con toques cariñosos la materia frágil, tímida y transparente: el vidrio, mineral crujiente, testigo mudo. Pedazos de cristal bajo las uñas. Sus uñas, pero también las nuestras, en un ejercicio de catarsis colectiva.

Nos sumergimos en el relato: DELU. El aliento del fuego plasma el cristal alterado, de un rojo incandescente. Una cámara, silenciosamente, espía.

El material también tiene algo de voz, expresa su gozo entre esas manos que emplearon años en conocerle.

¡Solo porque eres tú! Me dejo plasmar solo porque el toque es el tuyo.

El relato nos invade como una canción escuchada en la adolescencia, huele a recuerdos domesticados. Entre el desplegar del cuento, el movimiento de las manos insinúa:

La consciencia hace que te pregunte sobre los límites.

Qué queda fuera del campo de visión de la cámara?

El miedo se aprende.

Los desechos de una fábrica son vertidos en el mar. Alguien se justifica apelando a la memoria del agua: ella sabe qué hacer. El Mar Negro es la rebelión que se lleva a Delu y al Mineral, los engulle, los lleva con fuerza hacia el pasado, junto con los escombros de sus tímidas existencias. Éstos se coagulan con sangre animal, dando forma a extremidades viscosas. Alrededor de la isla se concentran la locura, la mentira y la domesticación. Las consecuencias ambientales no se ven fácilmente, tapadas por las tecnologías del progreso y del dinero. Desde lo más profundo, una mancha se queda esperando, mirando con ironía la irreversibilidad del proceso. Las extremidades viscosas mutan, se hacen frágiles, sutiles y finas, para atravesar la mancha. Delu y el Mineral se descodifican en la decepción de un amor puro, de juventud.

El exoesqueleto reaparece, se transforma, se desfigura para seguir soñando, el recuerdo de una felicidad que ya no es. El cuerpo frágil también se hace herramienta, escuda los ojos para protegerlos del vislumbro demasiado fuerte de un proceso en aceleración constante. El cuerpo frágil se hace inerte, metálico, mineral, se deja endurecer por el fuego: una armadura.

Unas pocas chispas rebotan en las paredes: luz tenue y nuevamente la oscuridad.

Cuarto contacto – Sandrine Deumier (Residencia de intercambio entre Hangar y la Casa de Velázquez)

La voz y el fuego abandonan juntas la sala para salir a fumar. Dejan atrás a una platea en la sombra, esperando en silencio. Esta vez sus miradas están orientadas hacia el sector norte de la Ricson, fijas sobre otro dispositivo de visión: unos OCULUS iluminados por un foco de luz blanca.

Un cerrar y abrir de ojos. Han pasado pocos segundos o quizás años. ElegidX se levanta de su asiento, se dirige lentamente hacia el escenario y se pone la máscara de visión. Una oportunidad que solo una consigue: la posibilidad de superar la barrera del cuerpo, acceso privilegiado a otra capa del multiverso.

Hoy fue día de lotería. ElegidX fue la afortunada ganadora de un tour privado en el mundo del después: los barrios de lujo para la élite del futuro. Allí reside una nueva generación de humanoides que consiguió escaparse de los prototipos almacenados en el hangar, emancipándose de los límites materiales de la carne. Un espacio blanco de cuerpos en constante transformación.

Un escalofrío sacude la platea. La sospecha de un posible margen de error en este viaje, ya que las del mundo de antes todavía disponemos de cuerpos y las gafas no pueden neutralizar la responsabilidad de la materia. Quizás sea más seguro quedarse aquí sentadas, mirando la retransmisión en directo en la app para móviles – piensa ObservadorX1, herramienta catártica proporcionada por las ingenieras del después.

Detrás de los prismas, seres etéreos, lisos y brillantes caen como moscas. Parece que el contacto con el cuerpo de ElegidX haya provocado una epidemia incontrolable. Quizás en la utopía del después no había anticuerpos para los deseos del antes, sus vicios profundamente radicados en la carne, en lo que se corrompe, palpita: órganos en ebullición.

FALLING. Los seres etéreos empiezan a caer y desmembrarse. Sus formas crean un vórtice descendiente incorporando todo lo que encuentran a su alrededor: animales, objetos, código. Se desdibujan para formar nuevos constructos transhumanoides, en colisión con el espacio virtual. El colapso refleja la perfección de sus restos. Escombros nobles rodean ElegidX, intentan engullirla para saciar el inesperado deseo despertado por el colapso.

Aún así, el cuerpo de ElegidX se resiste, vacila un segundo, pero le es imposible desligarse de la materia. Se mira alrededor en la tentación de perderse en el vórtice, desea dejarse rozar, fundirse con él, mezclarse en el movimiento colectivo. La responsabilidad de la materia no le permite olvidarse de si misma, de su peso específico. Queda separada del medio en colapso, obligada a ser testigo silente, observadora impotente de esa catástrofe muda, cuyo recuerdo será parcialmente borrado de su mente, en un flash, al quitarse las gafas.

Los demás espectadores miran el cataclismo virtual a través de la pantalla, espían la irrupción del cuerpo en el mundo del después, su colapso. Hasta que la pantalla se queda en blanco.

Se enciende la luz y el blanco lo inunda todo. Venimos expulsadas del multiverso Ricson, de vuelta a nuestras casas, hasta que se vuelva a abrir la brecha. Hasta el próximo Paratext.

 

1Un teseracto (o hipercubo) se define como un cubo desfasado en el tiempo, es decir, cada instante de tiempo por el cual se movió pero todos ellos juntos.

Categorias: Relatorías Paratext |

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