Paratext #43 por Núria Nia
Paratext #43
8 de julio 2020
Por Núria Nia
Con:
Phillip Maisel (Estancia corta)
Natalia Domínguez (Estancia corta)
LAYERS que son capas, memoria y cúmulos de nimbus
Núria Nia
El número 43, un día de julio de aquellos de calor, mascarilla y carriles bici. He quedado con Phillip Maisel y Natalia Domínguez antes de su presentación. Hoy, la sala negra que es la Ricson me parece un poco más lejana a cualquier referencia: las sillas, también negras, se reparten con la nueva separación normativa y las vuelve aún más invisibles y los folletos del Paratext son, sobre cada silla, pequeños faros blancos que propician la distribución silenciosa de los cuerpos por el espacio. Nos sonreímos con los ojos por sobre la mascarilla; este 43 es especial: post-confinamiento de casi 3 meses, el Paratext de hoy es a la vez reencuentro y promesa de vuelta.
Hace un rato que Phillip me hablaba de sus procesos, basados en hallazgos de materiales de construcción y rastros gráficos de todo tipo que combina en collages físicos y a través de la fotografía. Observo como la técnica fotográfica es a la vez la última capa del proceso y la base del resto de métodos. Primera y última capa que acumula el resto de capas. Hablamos en inglés. LAYERS. LAYERS. LAYERS. Acumular y combinar acaba propiciando aquella unión de tiempos y espacios diferentes. Como una capa más en este momento, me viene a la cabeza Andrea Soto Calderón cuando nos habla de Foucault y lo que el autor define como “un corte singular del tiempo”, “un lugar del tiempo que se acumula en el infinito”, la heterocronía.
Phillip menciona la forma en que la no familiaridad de los lugares nuevos le invitan a imaginar nuevos posibles a través de preguntarse y delatar las convenciones arquitectónicas que acompañan cada territorio, los sistemas asumidos que nos pasan desapercibidos cuando los habitamos continuadamente. Con una mirada externa, cada una de las decisiones de construcción del espacio público invita a una reflexión directa. Me cuenta que en Barcelona, al contrario que en San Francisco de donde él viene, es especialmente fácil encontrar los materiales que definen la ciudad, y por supuesto lo es más en el barrio del Poblenou, junto a cada construcción en proceso. El desarrollo de su obra en un contexto Covid-free hubiera continuado para fotografiar estos elementos conjugados entre sí. Mientras habla se da cuenta que en la recopilación de obras que hoy nos presentará no hay tantas muestras de este método que normalmente empleaba. En cambio, los sistemas arquitectónicos que ha creado delatan escenas domésticas y la expresión de una vida interior propia: esta vez las LAYERS de Phillip Maisel contienen reflexiones personales, recuerdos, correspondencia y huellas de sus amistades. “It feels more vulnerable”, dice. A través de las capas y con un confinamiento que la ha dejado varado en un estudio de una Barcelona fantasma, estos nuevos trabajos llegan a lo más personal del artista y una mirada más experimental de sus procesos. Cada obra destapa conceptos e imágenes de la recolección personal de Maisel, elementos con los que el artista mantiene una implicación íntima concreta. Al mostrarse en forma de exposición, estos mismos elementos dialogan independientemente con cada nueva visión implicada, creando más y más LAYERS, microcosmos los que estamos invitadas desde infinitte approaches. Discutimos sobre la combinación entre la Ricson y las sus obras. Me habla de las sombras que crean algunas luces de la sala y constatamos que el hecho de presentar sus collages en los cristales del altillo acaba creando nuevas LAYERS de la suma del reflejo de las personas presentes delante de la obra con la visión, a través de los cristales, los cuerpos que se mueven en la planta baja. También en el altillo, Maisel ha decidido conservar unos grandes ventiladores metálicos que aportan otra LAYER física: a través del movimiento de su viento nos muestran los objetos que existen en el espacio y tiempo conectan la presentación de Phillip Maisel con la de Natalia Domínguez, siendo el aire material base para su premisa durante la residencia. En el piso de abajo, lo entiendo: Natalia Domínguez ensaya hablando de mangas, tramos, nudos, viento. Me dice que es un experimento, que buscaba “atrapar una nube”, un imposible que al ser deconstruido ha ido generando pequeños posibles que nos mostrará en esta presentación. Así, contradicciones, intuiciones y símbolos han sido la base de esta investigación experimental.
Las dos muestras de hoy tienen más relación que un simple ventilador. La forma que toman es de vídeo con voz en directo. Un acercamiento a la fisicidad del cuerpo y la personalización de la obra que sin duda es necesaria tras el aislamiento social y la base digital de las relaciones que nos ha dejado el confinamiento. Aparte, formalmente, los dos proyectos se construyen a base de capas. CAPAS, CAPAS, LAYERS. Natalia Domínguez muestra un vídeo en el que conviven, en multipantalla, conceptos, acciones y materiales gráficos de diferentes formas y procedencias. En sus palabras “casi como enseñarte mi móvil”; en conjunto son el cúmulo, son la nube, toman la fuerza de la lluvia que precipita las palabras de Domínguez cuando lee: “El inalcanzable, el no físico, el inatrapable, el inútil, el vacío del fracaso. Abraza la imposibilidad”. Su texto mantiene un tono heterogéneo con reflexiones, citas de la literatura diversa, conversaciones y cotidianidades. Forma un collage literario que suma aún más multiplicidades de visión y de interpretación al obra, infinitas vías de conexión con las personas que ahora lo escuchamos. CAPAS, “mi cabeza funciona como un collage conceptual, maleable, informe, transformable… como una nube”.
Durante los casi tres meses de residencia en el Hangar, “atrapar una nube” se ha convertido en divagar, probar materiales y testear viento artificial con un artefacto que intentaba cumplir con el objetivo imposible, “lo frágil y lo inexistente”. La instalación implica pensar el espacio y para Natalia, el espacio puede llegar a cosificar sus proyectos. Mientras hablamos de la propia sala donde estamos, Marc cambia la luz de la Ricson y la vuelve azul. Pensamos en la nube, de nuevo. El signo. El símbolo. Una vez hecha la deconstrucción del texto y de la palabra, la búsqueda del artista llega a los límites del lenguaje y de allí, al símbolo. Desde este punto, todo puede tener sentido: “lego en estos sustratos de significados que se superponen”. Así, también se supera la forma y, por tanto, la forma de la nube ya no es el horizonte final: ahora es el símbolo que genera otras obras fruto de sus símiles y contradicciones. Así, hoy la nube ya nos es imperceptible, pero los plásticos y los ventiladores se han anclado como materiales primeros para las próximas obras de Domínguez.
Quedan diez minutos para las presentaciones. Salgo al patio de Hangar. Digo hola a Laura, me miro los bailes del grupo de country en la plaza, hay muchas capas de bicis e Iván no encuentra donde dejar la suya. Cae sobre estas líneas un angelito del árbol platanero y antes he hablado con la Natalia sobre antihistamínicos. Una de las mujeres de country me recuerda a mi madre. Can Ricart es un pastel de capas con tiempo y vidas diferentes. La última bici chirría al frenar. Entramos.
La presentación de Domínguez es la visualización de un proceso: el para-texto en sí mismo, con todas las capas que han rodeado este proyecto mientras se producía. Ya no vemos muchos rastros del objeto capturador de nube. Este se ha filtrado el símbolo mínimo a través de imágenes y el texto en directo, que se estructura en tres partes reflexivas: “La gran excusa” de elegir una nube como sujeto, “Una forma incontrolable” de las fisicalidades de lo inestable y “Cómo evitar la caída”, aceptar así que el fracaso es abrazable; ella dice “cuando debería abrazar la imposibilidad de poder”. El vídeo, hecho de capas y más capas de capturas y archivos, amalgama un cúmulo de conceptos y formas que han constituido la investigación. Herzog, abanderado de las producciones imposibles, tiene una línea de texto.
La nube de Domínguez acaba siendo cabeza de turco para pensar en otras cosas. Aceptación, fracaso, superación e imposibilidad se diluyen entre sí para constituir “ese saber estar en el mundo” del que me habla del artista. Pienso en la nube como uno de los elementos más volubles que nos rodean. Con estos símbolos que la investigación de Natalia Domínguez ahora les confiere, cada nube podría ser una de las situaciones cambiantes del día a día, el sentido y el sin sentido. “Lo plástico, lo húmedo, lo gaseoso, lo transparente, lo efectista, lo camaleónico, lo cambiante, lo aleatorio, lo imposible, lo transitorio”, lee Natalia. La nube como gestor. La nube como contenedor de truenos. La nube contenedor de lluvias y de claros.
En su presentación, Phillip Maisel muestra un vídeo grabado en pleno confinamiento acompañado de su voz que recita en directo. También, en un viejo monitor nos mostrará un vídeo corto retrato de un momento de exaltación Norte Americana. Y en el altillo de la Ricson extienden, en las dos salas, los collages que ha ido produciendo estos meses. LAYERS. Cada una de estas tres formas se convierte en una capa que delata, con la suma del resto, el universo heterónimo del artista, la constante de unir conceptos y romper supuestos.
El vídeo que Phillip nos presenta con voz en directo parece un loop pero no lo es: un hombre mayor corre en círculos en la azotea de un piso en Barcelona y de la imagen común del confinamiento del artista en cuanto nuevas capas. Produjo la música desde su teléfono móvil y según Maisel la muestra del vídeo con la voz en directo “feels more like a reading than a performance”. La imagen del señor que corre se vuelve catártica, estable, predecible. La voz de Phillip Maisel contrasta poéticamente con la anestesia visual. Recita una anécdota en primera persona, una vivencia sinestésica de un gorrión que un día le evocó un delay audiovisual, “an un-syncing of the senses”, punto de partida del loop barcelonés. Descubre también las falsas dicotomías en las que ha pensado durante el lockdown, esta ocasión única de mundo paralelo, inexplicable y sin sentido aparente para reflexionar sobre las “multiples realities as truth”.
“Desire and refusal
attraction and repulsion
accidental and deliberate
precision and something loose
conviction and uncertainty
repetition and progression
Help, hurt”
Divaga entre copias y originales, contrarios y franjas de tiempo indefinidas con párrafos de su diario personal. “There were three days in April that I mistook for August”.
El loop termina. Phillip queda en silencio y se acerca al viejo monitor, a un lado de la Ricson. La activa, nos vamos acercando. El vídeo que ahora nos presenta retrata la celebración multitudinaria de un 4 de Julio, Día de la Independencia de Estados Unidos. Recién editado, este vídeo de 2017 parece fuera de toda tiempo posible. Con una estética curiosamente retro a través de los elementos que Maisel destaca, las imágenes de material familiar y fiesta colectiva definen con cierta ironía la exacerbación del nacionalismo estadounidense.
Al terminar nos vamos repartiendo en el espacio para ver los collages de Phillip Maisel, situados en el altillo. Nos perdemos en sus formas y los nuevos imaginarios que propone y que, tal vez, de forma cierta, están por venir. Nos mezclamos, por fin, como entes compuestos por capas que crean paisajes multifocales, estratos de estratos de estratos que ahora ya son terremotos, nubes, montañas.
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